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miércoles, 24 de agosto de 2016

‘Las Rastreadoras’ en busca de desaparecidos


Sinaloa. 220 mujeres escudriñan en fosas ilegales, con tal de localizar a víctimas del crimen organizado.
Roberto Corrales Medina desapareció el 14 de julio de 2014. Se lo llevaron en una camioneta negra de una gasolinería en el municipio de El Fuerte, Sinaloa. Al día siguiente, su madre, Mirna Nereida Medina, comenzó la búsqueda de su hijo.
Pidió ayuda a las autoridades y cuando la policía le dijo que su labor no es la de buscar desaparecidos, decidió tomar un pico y una pala y hacerlo por su cuenta. “Nosotros somos investigadores, no buscamos cuerpos”, recuerda que le dijeron en la fiscalía, por lo que en ese momento decidió comenzar la búsqueda.
Su dolor se convirtió en fortaleza para llenar las calles con la fotografía de su hijo. Sin respuesta comenzó a excavar. Poco a poco otras madres que se encontraban en la misma situación la contactaron y se sumaron para dar con el paradero de sus hijos y familiares.
Dos años después, Mirna es la cabeza de un grupo autodenominado Las Rastreadoras, integrado por 220 mujeres que buscan en fosas del norte de Sinaloa a sus hijos, esposos y hermanos.
En su viacrucis, apenas unos meses después de la desaparición de Roberto, Mirna supo que un joven apodado El Perro fue el responsable de la muerte del joven, su propia madre se lo hizo saber. No hubo ánimo de venganza, porque esa señora enfrentaba también la desaparición del responsable de arrebatarle a Roberto. “No buscamos justicia, buscamos a nuestros hijos en fosas”, dice la maestra jubilada que entregó su vida y sacrificó su matrimonio con tal de buscar a su hijo.
—Yo no puedo juzgar ni decir quién fue, no me atrevo a señalar a nadie, eso lo dicen las investigaciones. Estamos buscando también al que se supone que se llevó a mi hijo, no me atrevo a juzgar, porque la madre de ese muchacho al igual que yo busca a su hijo. No buscamos culpables, solo a los muchachos y lo único que quiero es encontrar a mi hijo.
A los dos meses de la desaparición de Roberto ya había 34 madres en el grupo. En enero de 2015 sumaban 78. Un año después la cifra se duplicó hasta llegar a las 220, que ahora forman parte de la agrupación Desaparecidos de El Fuerte, conocidas como Las Rastreadoras.
Con palas y picos, salen al menos dos veces por semana a buscar en fosas los restos de sus familiares. Hasta ahora han encontrado 56 cuerpos, no todos son los que ellas buscan, aun así no dan tregua. Aprendieron a encontrar fosas entre la tierra removida.
Una vieja camioneta de redilas con las llantas lisas es el único vehículo en el que se transportan unas 15 mujeres que salen con la esperanza de encontrar los restos de sus seres queridos. “No buscamos huesos, buscamos a nuestros tesoros”, dice Mirna.
Las Rastreadoras buscaron apoyo de las autoridades estatales para acompañamiento de la fiscalía en su búsqueda. Cada que reciben una pista sobre la localización de fosas, acuden en compañía de policías ministeriales e intentan que no estén presentes los municipales; no les tienen confianza.

“Ya no soy la misma”
Desde el día que desapareció Roberto ya no soy la misma, desde ese momento he vivido y voy a vivir para buscar a Roberto y a los demás muchachos, relata tras confesar que en un principio su angustia la llevó a querer quitarse la vida en dos ocasiones.
Mirna suspende la búsqueda del día para contar parte de su historia. Recuerda que desde el día que su hijo desapareció, la gente la etiquetó como madre de un delincuente, de un tirador o vender de droga, por eso lo desaparecieron, le dijeron vecinos y antiguas amistades.
—Mi hijo era un humilde vendedor de discos y memorias USB que no tenía vicios ni le hacía daño a nadie, por eso es que no asimilo esto, pero también digo que si mi hijo hubiera sido un delincuente también lo busco, porque nadie tiene el derecho de quitarles la vida, para eso está la justicia ¿por qué desaparecerlos? ¿Por qué sepultarlos? Esto no debería pasar, el gobierno tendría que hacer algo con esta inseguridad que impera.

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